Gracias te damos por la semana que estamos terminando y que bondadosamente hemos recibido de tu generosidad; por los momentos de felicidad, las alegrías compartidas y nuestras mismas dificultades que hemos superado gracias a tu presencia amorosa y misericordiosa.
Hoy nos invitas a seguir confiando en Ti y en tu palabra. Danos un corazón dócil para comprender tu palabra. «No tengan miedo», les dijo José a sus hermanos. Él les perdonó, al percatarse de que su propio sufrimiento pasado causado por ellos, fue providencialmente como la semilla del futuro del pueblo de Dios. «No tengan miedo», les dices tres veces a tus discípulos. Aun cuando, sean perseguidos, y aparentemente fallen en su misión, están en las manos de Dios. Dios se preocupa y cuida de los suyos.
Tú nos has dicho que no se puede construir el reino sin cruces y sin sacrificios, y sin ser rechazados por los que quieren crear su propio futuro prescindiendo de Dios. Tú nos das la certeza de que estás presente con nosotros en todo, en nuestras tristezas, soledades y desesperanzas y te preocupas y cuidas de los tuyos. Haz más profunda nuestra confianza en Ti y haznos miedosos de una sola cosa: de llegar a ser instrumentos del mal. Al contrario, haznos mensajeros de la buena noticia de que el mal y la maldad pueden ser vencidos y de que tu justicia, bondad y misericordia prevalecerán. Danos fe firme y absoluta confianza en Ti y en tu palabra. Permítenos recordar las palabras de José a sus hermanos: «Vosotros intentasteis hacerme mal, pero Dios intentaba hacer bien».
Tus caminos no son nuestros caminos y tu pensamiento no es nuestro pensamiento. Tú siempre nos darás lo mejor. Bendícenos en este fin de semana para que lo compartamos con los que amamos y pensemos en los que deberíamos amar más. A nuestra Madre Santísima nos acogemos y en su Santo Regazo nos recostamos para que interceda y nos proteja. Amén.
Bendecido y compartido fin de semana.
LAS PALABRAS DE LOS PAPAS
«No tengáis miedo» (Mt 10,31). La invitación a la confianza resuena tres veces en la proclamación del Evangelio de hoy. El Señor Jesús, el Resucitado, nos la repite hoy, la repite a la humanidad […] A nuestro alrededor, queridos hermanos y hermanas, y a veces incluso dentro de nosotros, se esconde la fascinación de lo relativo y cambiante, de lo que, en su carácter provisional, no compromete plenamente. La verdad cede así al relativismo de las opiniones. En este contexto, los creyentes, sostenidos por la fuerza del Espíritu Santo, están llamados a ser una presencia crítica ante toda imperfección y error para servir a la verdad sin vacilaciones ni temores. Esta es una deuda que la Iglesia tiene, en particular, con las jóvenes generaciones, cuya aspiración natural a un mundo nuevo solo puede encontrar una respuesta satisfactoria en Cristo, la única auténtica «novedad» de la historia. […] Hoy no es tiempo de ocultar el Evangelio, sino de «predicarlo desde las azoteas» (cf. Mt 10,27). (San Juan Pablo II - Visita pastoral a Foligno, Homilía 20 de junio de 1993)
